SAN JOSÉ OBRERO,
RUEGA POR NOSOTROS
Queridos feligreses y amigos:
El mes de mayo abre sus brazos para acogernos en estos
días llenos de luz y de sol. La primavera está en todo su esplendor. Es un mes
precioso y así tenemos que acogerlo aunque las circunstancias nos hagan estar
metidos en nuestras casas. A partir de mañana comienza esa desescalada anunciada
con franjas horarias, como los patios de los grandes colegios en la hora del
recreo, que podremos comenzar a disfrutar. Nos tenemos que hacer una llamada a
la responsabilidad personal y colectiva. Tenemos que guardar las medidas de
seguridad para que el virus no se transmita: uso de mascarillas en lugares
públicos, guantes y lavarse las manos, dos metros de seguridad con la persona
que te encuentres, … Nos jugamos mucho, y es muy fácil volver para atrás. ¡No
perdamos lo conseguido!, aunque sea por la memoria de los que nos han dejado y
la gratitud a los que nos están cuidando; y por tantas empresas que tienen que
abrir sus puertas.
Hoy, día uno de mayo, celebramos la fiesta de San José
Obrero y el día del Trabajo, teñido por la tristeza de la muerte de tantas personas
en esta crisis sanitaria; y profundamente agradecidos por el personal
sanitario, de investigación, fuerzas de seguridad, emergencias y demás
suministros que están sosteniendo nuestra vida. Podemos mirar con mucha
preocupación que estamos pasando a vivir una verdadera crisis social: personas
vulnerables, padres y madres con sus hijos en espacios muy reducidos, falta de
acceso a recursos básicos en muchas familias, pérdidas de empleos que afectan a
cantidad de personas de todas las edades y en muchos de ellos sin prestaciones
ni subsidios por desempleo. Si en nuestro país ya teníamos altas cifras de
desempleados ahora se ven aumentadas por esta crisis sanitaria. Muchos negocios
que han cerrado, como no tengan más ayudas, difícilmente van a poder abrir de
nuevo.

Tenemos que hacer opción por el bien común; necesitamos
apostar por lo común, por el progreso como sociedad en el que nadie permanezca
en la cuneta; valorar las acciones que llenan de dignidad a las personas,
amparando especialmente a los más vulnerables, para que se sientan protegidos;
y que su voz es importante en las decisiones sociales. Necesitamos un sistema
político que parta de la necesidad de servir conjuntamente, dejando a un lado
ideologías y consignas, y sitúen en el centro a la persona. Un sistema político
que escuche las propuestas de la misma sociedad; que se purifique de errores de
otros momentos y no caigan en la altivez o “en el tú más”. Este momento es
apremiante para que nuestros gobiernos se dejen la piel en el terreno
escuchando, acompañando, atendiendo, velando y cohesionando a la sociedad en sus
cientos de peticiones legítimas. No es tiempo de meterse en urnas de cristal
que los protejan, sino de lanzarse y dar lo mejor en el encuentro con la
persona de hoy y su realidad más cercana.
Y que defiendan y opten por fortalecer el sistema laboral
en nuestro país. El trabajo es muy importante en la vida y en el crecimiento de
las personas; y tiene que gozar de máxima dignidad, además de ser protegido.
Participamos en la obra de la creación mediante nuestros trabajos, cooperando a
que la creación goce de plenitud. El trabajo es la mejor terapia para el
crecimiento personal, el sustento familiar y la educación en el hogar. Una
sociedad de trabajadores es una sociedad sana y con oportunidades.

Os deseo lo mejor; repito que, a partir de mañana, seamos
más responsables que nunca en nuestra forma de estar en la calle y en los
lugares públicos. Os bendigo de corazón y os doy, aún por estos medios, un
fuerte y deseado abrazo.