SERVIDORES DE LA
UNIDAD
Nos acercamos al final de este tiempo pascual; tiempo de
actualizar los signos del Resucitado en nosotros y aún más en este tiempo de
confinamiento y de alerta sanitaria. Que la alegría y la esperanza de Jesús
llenen tu vida en este día de tanta claridad desde bien temprano. ¡Feliz
jueves!
El evangelio de hoy nos presenta la tercera y última parte
de la Oración Sacerdotal (Jn 17, 20-26).
En esta última parte de la oración, Jesús mira hacia el futuro y manifiesta su
gran deseo de unidad entre sus discípulos, y también entre nosotros. La mejor
carta de presentación de la Buena Noticia del Evangelio es la permanencia de
todos en el amor que unifica; no seremos testigos de Cristo ni existirá
credibilidad en el anuncio si no trabajamos y consolidamos la unidad en la
Iglesia y somos constructores de la misma en la sociedad.
“No
ruego sólo por éstos, sino también por aquellos que, por medio de su palabra,
creerán en mí, para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí y yo en ti; que
ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has
enviado”. El evangelio está escrito en el corazón de una comunidad
cristiana que vive, celebra y comunica la fe en Cristo, además de participar en
la construcción de la sociedad. El evangelista presenta su preocupación, en la
oración de Jesús, por la unión que debe existir en las comunidades. Unidad no
significa uniformidad, sino permanecer en el amor, a pesar de las diferentes
formas de pensar y posibles tensiones que surgen entre las personas; también
hay conflictos e incomprensiones de los que no creen ni valoran la fe ni
arriman el hombro en la construcción de un mundo mejor.
Pero el valor que da sentido a todo nace del amor que
Dios, en su Hijo, nos entrega y la misión de vivir con los demás; aceptando
la diferencia, es más, acoger esta diferencia como un don y un regalo; así es
posible que todos podamos trabajar por una unidad consolidada en el centro de
la Iglesia y extensiva a los lugares donde está rota. Podemos hoy rezar por la unidad
de todos los cristianos, los que decimos creer en Jesús. Divididos no somos
creíbles además de contradecir la voluntad del Señor.
Jesús quiere que todos estemos con Él. Vivir la misma
experiencia del amor de Dios. Experimentar su presencia en nuestra vida y vivir
esta relación de amor, de encuentro y de cercanía con las personas en la
comunidad cristiana y en el mundo: “Padre, los que tú me has dado, quiero que
donde yo esté estén también conmigo, para que contemplen mi gloria, la que me
has dado, porque me has amado antes de la creación del mundo”.

Nos acercamos a Pentecostés. Recemos muy especialmente al
Espíritu Santo para que la Iglesia y el
mundo puedan acoger la fe, trabajen por la unidad en los pueblos de la tierra;
broten espacios de comunión y de vida compartida y construyamos una fraternidad
que pone en primer lugar a los más pobres. Que este mismo Espíritu nos defienda
de la amenaza la división, del
enfrentamiento, y de la uniformidad que son diferentes trajes para vestir al egoísmo.
Que este Espíritu de comunión nos ayude a sumar más y a sumar con los demás.
Disfruta de este día. Da gracias por los dones que
recibes y pide la gracia del Espíritu para ser personas de fe y de esperanza.
Recibir mis bendiciones y el tan deseado fuerte abrazo.
Os dejo un vídeo realizado sobre la labor de la Iglesia en nuestro país. Merece la pena verlo con tranquilidad.